quarta-feira, 16 de março de 2011

El Discurso del Rey: El poder del silencio a la hora de hablar en público

Una mezcla de historia, comedia y drama, aderezados con fina ironía, podrían no haber funcionado muy bien. Sin embargo, son los géneros que aborda magistralmente  “El Discurso del Rey”, película de Tom Hooper que resultó ser la gran vencedora de la 83ª edición de los premios de la Academia.

Lejos de ser ésta una más de las muchas críticas escritas sobre este film, lo que pretendemos es destacar una de las técnicas usadas para mejorar  la habilidad de oratoria del Rey, una que ha sido poco destacada a pesar de su importancia. Es que para nosotros, apasionados por el tema de la comunicación efectiva a través de presentaciones públicas que generen impacto en la audiencia,  este film es una gran referencia.


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En una fase en que Europa estaba amenazada por un señor austríaco que hablaba muy bien y que asustaba por su capacidad de cautivar las masas con su discurso bélico,  era imperativo para Inglaterra un rey que supiese comunicar y transmitir el  liderazgo y la unión necesarias ante la avanzada alemana. Sin embargo, Bertie (como era llamado en la intimidad del reino), ahora Rey Jorge VI, tenía otra guerra por vencer: graves problemas de dicción y profunda inseguridad. Por eso recibe la ayuda de Lionel Logue (actor Geoffrey Rush), un plebeyo con métodos nada ortodoxos para la época. Técnicas que conducen a Jorge VI a una zona de confort donde transformar su miedo en energía, liberada a través de sus discursos. La práctica constante, abundante en recursos, aprovecha las pausas típicas de la tartamudez como herramienta: el poder del silencio.

En la última práctica, antes de su primer discurso de guerra, mientras un nervioso Jorge VI repetía el texto, con muchas fallas, Logue le pide que pare antes de decir cada frase, que haga una pausa, que deje un espacio en blanco. Su desempeño mejoró notablemente. Diminutas pausas pasaron a ser silencios significativos. Logue le dijo que fue porque las pausas imprimen importancia, solemnidad al mensaje. Irónicamente Jorge VI contestó: “Entonces seré el Rey más solemne de la historia”.

Cuantas veces, en situación de presentación, no hacemos ni una sola pausa por temor al silencio, a tener de lidiar con las miradas en espacios en blanco? Preferimos llenar ese  vacío con palabras que pueden llegar a ser repetitivas. Este recurso del silencio es poderoso, significa que a seguir diremos algo importante, transmite pasión, confianza, convicción sobre lo que viene después, un recurso para tomar en cuenta a la hora de hacer presentaciones, comprobadamente útil hasta en la historia de la oratoria en la realeza británica.




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